domingo, 11 de julio de 2004

EL PEGASO



Ser jinete en mongolia es una maravilla, por un lado crees estar en la inmensidad de la nada pero de cuando en cuando te juntas con otro jinete que para a saludar como si fueras de la familia. Otra cosa que sucede es que cada vez que pasas por un ger salen los niños corriendo a invitarte a su ger, oferta que no se debe rechazar, allí te sacan un té (ataia), queso, mantequilla y tras ver fotos de la familia y recibir un queso a modo de regalo continuas el viaje. La verdad es que tanta generosidad desproporcionada no es fácil de asimilar para esta pobre cabeza occidental y esa sensación de estar en deuda es inevitable.Que bondad habita en la inocencia...